“Los pulmones son reservas de aire y el aire es el Dios de la fuerza. Cualquiera que hable de fuerza debe saber de aire”. ~ Jui Meng (monje Shaolin, 1692)
Prānāyāma. El arte yóguico de la respiración.
Etimológicamente, Prāna significa fuerza o energía vital, sin la cual no existiríamos; Ayama significa extensión o expansión; y sólo Yama significa control. Sin embargo, el concepto de Prāna es mucho más amplio, es el origen y suma total de todas las energías contenidas en el universo, cuya manifestación más clara, perceptible y manejable es la respiración (esta es la clave y el secreto del Yoga). Las técnicas de regulación del Prāna comprenden lo que los yoguis han llamado Prānāyāma. Por consiguiente, en la práctica de yoga nos apoyamos en el aliento para regular todas las energías que existen potencialmente dentro de nosotros y ponernos así en perfecta armonía con el universo en el que vivimos.
Aunque traducir “Prānāyāma” por “ejercicios respiratorios” constituye una limitación acerca del alcance de estas técnicas, hoy en día es la manera más sencilla y efectiva de hacerlo. Lo importante es no desconocer la verdadera meta del Prānāyāma: la captación, acumulación, expansión, regulación y control consciente de las energías vitales o pránicas de nuestro cuerpo. Nótese que con la palabra “control” sólo nos referimos al hecho de manejar correctamente todas las funciones de la respiración: Puraka (inhalación), Rechaka (exhalación) y Kumbhaka (retención), y no al hecho de restringir o aprisionar la energía.
El Prānāyāma es también la meta de las asanas (posturas), bhandas (cerrojos) y mudras (sellos). Entre la mente y el Prana existe una interacción que hace que el yoga vaya mucho más allá de lo físico. Por lo tanto, es necesario entender que sin Prānāyāma no hay yoga; es decir, que la práctica de yoga no se limita a una serie de posturas o ejercicios físicos.
Es así como la ciencia y arte yogui de la respiración conlleva a la observación atenta de las emociones, lo que resulta en estabilidad, concentración y equilibrio mental. El Prānāyāma es un puente que nos ayuda a cruzar del reino de lo puramente físico al del espíritu, fortaleciendo el recorrido hacia la auto realización, que en última instancia es el objetivo primordial de la práctica de yoga.