Mitología de las Asanas

realhanumanEl yoga es una ciencia y tecnología que comprende mucho más que posturas físicas (asanas). Para cuando el maestro Patanjali compiló los Yoga Sutras, una colección de 196 aforismos sobre la teoría y práctica del yoga (alrededor del 400 d.C), esta ya se definía como una práctica psico espiritual orientada a la liberación o al autoconocimiento. Las ¨asanas¨ eran un aspecto de poca importancia. Los Yoga Sutras sólo mencionan esta palabra dos veces y todo lo que se dice es que estas deben ser: sthira y sukham (firmes y cómodas).

Sin embargo, las asanas que conocemos se originaron de creencias míticas muy antiguas, los nombres provienen de personajes mitológicos presentes en las canciones y bailes tradicionales, como en las historias representadas en las artes visuales. Que realmente hayan existido o no, no es lo importante, lo es el significado simbólico que conllevan para su aplicación en la vida diaria.

En la mitología se reflejan nuestras imperfecciones, pero también el potencial que yace dormido dentro de nosotros. Esta sabiduría puede despertar la consciencia y abrirnos a nuestro verdadero ser. Así pues, cuando conocemos la incertidumbre de Hanuman antes de cruzar el océano (dando un paso hacia adelante con las piernas extendidas), reflexionamos acerca de aquellos momentos en los que nos hemos sentido igual, cuando hemos cuestionado nuestra capacidad y dudado de nuestras habilidades innatas.

Hanumanasana (postura del mono), Anjaneyasana (postura del corredor o lunge frontal) y Virasana (postura del héroe), son poses que ilustran la historia del venerado dios Hanuman. Las tres posturas trabajan el psoas[*], el músculo principal que conecta el torso con las piernas. A causa del ritmo de la vida moderna, este músculo almacena estrés y se bloquea con frecuencia. El proceso de apertura del psoas nos da la oportunidad de ir eliminando físicamente el miedo y de movernos hacia un estado de valentía, que es la naturaleza esencial de Hanuman.

Conocido primero como Anjaneya (hijo de Anjana), nació mitad mortal y mitad divinidad, ya que su padre era Vayu, el dios del viento. Un día el joven Anjaneya se levantó y vio lo que parecía un mango gigante flotando en el cielo, dio un salto para cogerlo sin darse cuenta de que en realidad se trataba del Sol. Cuando Surya, el Dios Sol, vio que un niño problemático quería morderlo le lanzó un rayo, matándolo al instante. Cuando Vayu se enteró, su furia lo hizo tomar una inhalación muy profunda que dejó a la tierra sin aire. Por consiguiente, todos los seres comenzaron a sofocarse. Vayu se rehusó a exhalar hasta que su hijo regresara con vida, pero Surya no quería al niño descontrolado. Luego de muchas disputas y con la intervención de otros dioses, llegaron a un acuerdo. Anjaneya se llamaría Hanuman como referencia a la quijada rota por el rayo (hanuh significa quijada en Sánscrito) y viviría con una memoria corta para que olvidara su condición de divinidad y no causara mas daño. Se lo dieron al rey mono Sugriva para que lo criara y así comenzara una nueva vida. El pequeño adoptó la forma de mono para ajustarse mejor a su nueva familia.

La postura de Hanuman arrodillado pidiendo para que se le concedan sus deseos, nos dice que al igual que Hanuman a veces olvidamos nuestra naturaleza divina, y que al recordarla somos capaces de alcanzar aquello que parece imposible. Como él, todos llevamos una chispa divina por dentro, solo que la hemos olvidado. Y si todos llevamos a Dios (o a la energía universal) por dentro, entonces nada es imposible.

 

RealshivaPor otra parte, las primeras posturas con la cuales nos familiarizamos al iniciarnos en la practica de yoga, son los Guerreros (Virabhadrasana I, II, III), los cuales pueden considerarse como las más icónicas entre todas las posturas de pie. Estas ilustran el poder y la ferocidad de un guerrero en el medio de la batalla.

La historia de Shiva, el dios destructor y con rastas en el cabello, relata su intenso amor por Shakti, quién tuvo muchas encarnaciones, una de ellas Sati. El padre, Daksha, se oponía a la relación entre Sati y Shiva. Un día organizó una gran celebración y no invitó a Shiva. Aquello entristeció tanto a Sati que el dolor hizo que se ella misma se prendiera fuego hasta que quedó hechas cenizas. Cuando Shiva, que se encontraba meditando en el Monte Kailash, supo lo ocurrido, se irguió sobre la montaña y lleno de ira se arrancó las rastas, las lanzó para que llegaran a la tierra. Transformadas en serpientes, estas entraron en la fiesta y fueron a parar al lado de las cenizas de Sati.

Las rastas luego se convirtieron en Virabhadra, el gran guerrero, a quien se le representa parado firme en el suelo, con los brazos estirados, las palmas juntas y mirando hacia arriba (postura del Guerrero I); o desenvainando su espada con los brazos alineados, apuntados en direcciones contrarias para cortar la cabeza de Daksha (postura del Guerrero II). Cuando esta cae al suelo, Virabhadra se inclina para recogerla y ponerla sobre una estaca, aquí aparece con los brazos estirados hacia adelante y una pierna hacia atrás (postura del Guerrero III).

A lo largo de la vida tomamos muchas decisiones, a veces impulsivas. La historia de Shiva nos enseña a no actuar con vehemencia, que la vida esta llena de decepciones y expectativas fallidas, y que debemos aprender a no reaccionar ante las exigencias propias o ajenas. Al mismo tiempo, la fuerza y el poder del guerrero nos ayuda a tener persistencia y a no dejarnos sucumbir ante las adversidades que se nos presentan en la vida. Las poses de los guerreros sirven como recordatorio de que la ferocidad no solo existe para destruir, también nos da la destreza suficiente para alcanzar integridad y compasión en nuestra existencia terrena.

Practicando asanas, adquirimos el estado mental que conlleva cada postura y aprendemos a situarnos en el lugar de los demás. Cuando adoptamos la forma del árbol (Vrksasana) practicamos tolerancia, con el pez (Matsyasana) nos centramos en la atención plena o escucha perfecta, del guerrero (Virabhadrasana) absorbemos fortaleza física y espiritual, de la tortuga (Kurmasana) obtenemos paciencia y constancia; y así, empezamos a comprender la naturaleza esencial de cada una de las posturas. Por lo tanto, la mitología detrás de las asanas nos dirige a practicar con una percepción distinta a la del mero movimiento físico y, por consiguiente, nos conduce hacia un estado más elevado de consciencia. Las posturas representan el viaje del alma desde la ignorancia a la iluminación, ya que son vehículos de transformación.

[*] Músculo que se origina en las vértebras lumbares y forma una banda ancha a los lados de la columna. Esta baja alrededor de los bordes del pubis y luego se inserta en el hueso superior de los muslos (trocánter menor). Este músculo juega un papel central en la practica de asanas.

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